Narra Helena.
A diferencia del
resto del apartamento de Zayn, la cocina era un auténtico desastre.
No podía encontrar ni un maldito vaso para beber agua. Resignada,
opté por pedirle ayuda a mi anfitrión.
-¡Zayn!.- grité.-
¡Dónde tienes los vasos!
-Tranquila, no
estoy sordo.- entró por la cocina, con el ceño fruncido.
Chasqueé la
lengua.
-La costumbre, ya
sabes.- respondí dándome aires.
-Oh perdone
majestad. Olvidé que usted vivía en un palacio.- se inclinó hacia
delante, haciendo una pequeña reverencia.
Resoplé.
-Deja de hacer el
tonto y dame un vaso.
Zayn se dirigió
hacia una de las alacenas que rodeaban la cocina, (a las que por
cierto no llegaba) y se detuvo en una de ellas.
-¿Qué se dice?.-
preguntó, como si le estuviera hablando a un bebé o a un perro.
Resoplé.-¿Por
favor?
Sonrió burlón.-Eso
está mejor.
Alargó el brazo y
todos los músculos de su espalda se estiraron y contrajeron.
Suspiré. Quise apartar la mirada, pero no pude. Los pantalones de su
pijama colgaban de sus caderas, dejando a la vista de cualquiera gran
parte de sus calzoncillos. Era una imagen que me gustaba demasiado.
Con excesiva
lentitud, agarró uno de los vasos y me lo entregó. Salí de golpe
de mi mundo, lleno de espaldas musculadas y calzoncillos de Calvin
Klein para toparme de lleno con la realidad. Avergonzada, bajé la
mirada al suelo y sacudí la cabeza para despejarla.
-Su vaso,
majestad.- dijo Zayn con voz melosa, lenta y ronca.
-Oh, para ya.-
respondí, mientras recuperaba el control sobre mi misma.
Agarré el vaso que
me tendía y nuestros dedos se rozaron. Levanté los ojos hacia los
suyos como si algo me hubiera obligado a hacerlo, y cuando mis ojos
azules se toparon con los marrones de Zayn, el mundo desapareció a
mi alrededor. Zayn me miraba con la boca ligeramente abierta, como si
me viera por primera vez. Ninguno de los dos había soltado el vaso,
y nuestros dedos siguieron en contacto. Casi inconsciente de mis
movimientos di un paso al frente, para quedarme a escasos centímetros
de Zayn. Me encontré a mi misma pensando en lo fácil que sería
alargar la mano para tocarle la mejilla o para apoyarla en su hombro,
pero no hice ninguna de las dos cosas. Zayn adelantó otro pequeño
paso al frente, sin apartar su intensa mirada de la mía. Rompiendo
el contacto de nuestras manos dejó el vaso en la encimera y su mano
colgó en un lado de su cuerpo. Parecía que hubiera pasado una
eternidad cuando poco a poco fue inclinando la cabeza hacia delante y
nuestras narices se rozaron. En respuesta a su tacto, mis manos
volaron hacia su cuello y se entrelazaron por detrás. Zayn tragó.
Me abrazó por las caderas, pegándome del todo a el. Cerré los ojos
cuando vi que Zayn lo hacía y como si nos hubiéramos puesto de
acuerdo empezamos a acercarnos poco a poco. Sentía la respiración
de Zayn cada vez más cerca de mí, como un aviso de lo que estaba a
punto de suceder. Quería esto, quería que me besara. En el momento
que nuestros labios se rozaron Zayn se quedó paralizado. Dejó de
respirar y detuvo su avance, y al segundo siguiente me había
soltado. Confusa, abrí los ojos lentamente. Zayn estaba parado en la
otra punta de la cocina, mirándome con los ojos abiertos como su me
hubiera salido una tercera cabeza.
Le miré con el
ceño fruncido, intentando preguntarle con la mirada que había
pasado, qué estaba mal.
No dijo nada. Con
una última mirada a mis ojos se dio la vuelta para desaparecer por
la puerta.
Todas las emociones
del día volvieron de repente sin ningún aviso, y me sentí
abrumada. Lo único que pensé en ese momento fue: Necesito una
ducha.
Tenía muchas cosas
en las que pensar, y me dí cuenta que por mi falta de tiempo ni
siquiera había pensado donde estaba.
¡En casa de Zayn! ¡Estoy en casa
de Zayn! ¡Duchándome en casa de Zayn!
Demasiadas cosas en
una cabecita tan pequeña como la mía. Tiempo insuficiente para
pensar en todas.
Primero me centro en las cosas más
“insignificantes” y voy subiendo en la escala.
1.- Fuga.
Había caído en la
conclusión de que irme de casa por enfurruñarme con mi hermano era
un poco... infantil. ¿Qué tenía, 6 años? Debería haberme quedado
en casa para hablar las cosas con Alice, aunque en esos momentos no
me sentía con fuerzas para enfrentarme a ella. Además, no tenía
pensado volver hasta dentro de unos cuantos días. No quería a Peter
por mi casa, y eso era indiscutible. Esperaría a que se calmaran un
poco las cosas y a aclararme los pensamientos y luego hablaría con
Alice.
2.- Alan.
¿Porqué Alan no
había estado en casa? Me había dicho que podía quedarme con el el
tiempo que necesitase, me había dado la dirección de su
apartamento. De no haber llamado a Zayn para que me llevara, estaría
empapándome en el portal de su puerta. Decidí llamarle en cuanto
saliera de la ducha, para que me diera alguna explicación.
También tenía que
aclara mis sentimientos hacia el. Desde la última vez que nos vimos
le he estado dando vueltas. No me gustaron nada los mensajes que me
había mandado, como si yo le perteneciera y le tuviera que dar
explicaciones de lo que hago o dejo de hacer. Además, ¿desde cuando
me metía en esos líos de “no estamos saliendo pero te beso cuando
me da la gana y me pongo celoso si vas con chicos”? Era estúpido.
Y si os soy sincera, sólo me gustó besarle en el cine. Los besos en
la discoteca... fueron vacíos. No sentí nada, ni deseo ni atracción
ni nada.
¿Puede ser eso posible? ¿Que te
guste un chico por la tarde, y que te deje de gustar por la noche?
Bueno,
gustar, gustar... Es una palabra algo fuerte, ¿no? Yo diría que me
sentía atraída por el. El chico era majete y eso. Guapo, amable y
majete. Pero definitivamente no me gustaba.
Tendría
que darle más vueltas a este tema, pero antes de que me arrugara en
la ducha como una pasa, tenía que abarcar el tema más importante de
todos.
Ahora tengo que pensar en Zayn.
3.- Zayn.
Zayn... ¿cómo
habíamos llegado a esta situación? No hacíamos otra cosa que no
fuera provocarnos el uno al otro. Había entrado en un juego que no
sabía que existía. Y como si tuviera poco con eso, habíamos estado
a punto de besarnos en la cocina. Pero Zayn se había apartado.
¿Por qué te has apartado, Zayn?
Había querido
besarle. Creo que nunca había querido besar a alguien como había
querido besar a Zayn en ese momento. Había sido diferente a las
otras veces, en las que solo queríamos provocarnos el uno a otro por
pura diversión. La mirada de Zayn había sido diferente, más dulce,
tierna, compresiva... y no dura como en el pasillo.
Los dos
disfrutábamos con nuestro juego, eso estaba claro, pero el casi-beso
de la cocina no había formado parte de eso.
Estaba confundida.
¿Que sentía por Zayn? Hasta el momento había pensado que éramos
amigos. Nuestro juego de provocación mutua no contaba. Eramos
amigos. Pero el casi-beso me había descolocado totalmente. Siempre
había pensado en Zayn como un chulito, pero conforme lo conocía
podía ver cosas que no apoyaban para nada esa teoría. Como me había
consolado en el coche, por ejemplo, era una de las pruebas
principales. Me había tratado con el cariño de un amigo. Se había
preocupado por mí y me había ayudado mucho. ¡Estaba en su casa!,
si eso no es preocuparse...
Yo creo que
atracción puede ser la mejor manera de definir lo que siento por el.
Mmmm... atracción. Si, eso vale. Pero por otra parte...
Me gustaba cuando se preocupaba por mí, cuando se ríe conmigo,
cuando me abraza con cariño, como en el coche, cuando intenta
hacerme reír... En definitiva, cuando era mi amigo. Amigo. Mi amigo
Zayn. Eso era.
Pero también te gusta cuando te
toca, cuando se muerde el labio, cuando sonríe de lado, cuando se
ríe en tu oreja, cuando su nariz toca la tuya, cuando te acaricia el
cuello con sus labios...
Me sorprendí a mi
misma con esos pensamientos, y los detuve tan rápido como habían
aparecido.
¿No podemos dejar este estúpido
juego y ser amigos, amigos normales?
Definitivamente, no
siento nada por el. Es mi amigo. Prefiero a Zayn amigo que Zayn
juguetón.
¿Y porqué has entrado en su juego?
Oh, mierda. No
había siquiera pensado en eso. No era diferente lo que Zayn hacía
para seducirme de lo que yo hacía para seducirlo a el. Los dos
estábamos intentando “conquistar” (a falta de una palabra mejor)
al otro.
Supuse que la razón
de Zayn era simplemente que le gustaba tontear con chicas, pero, ¿la
mía? ¿que razón tenía yo para hacer lo que hacía? ¿diversión,
quizás?.
Te encanta provocarlo.
Era divertido ver a
Zayn con la respiración agitada y todo eso, y estaba bastante
gracioso cuando perdía el control y me miraba con los ojos abiertos
como platos, pero de que fuera divertido a que me encantase
hacerlo...
Te encanta.
Me divertía, ya
está.
Te encanta.
Igual disfrutaba un
poco.
Te encanta.
Incluso me gustaba.
Te encanta.
No, no me
encantaba.
¿Ah, no? ¿Y por qué estas
pensando ahora mismo en lo que ha pasado en el pasillo? ¿en lo que
pasó en el parque? ¿en lo que podría haber pasado en la cocina? Y
hablando de cocina, ¿me vas a decir que no te has fijado en los
músculos de su esp.
Vale, me encantaba
provocar a Zayn.
Con las ideas un
poco más claras salí de la ducha y me enrollé el cuerpo en una
toalla que había cogido prestada del armario del baño y el pelo en
otra más pequeña. Le quité el seguro a la puerta del baño y asomé
la cabeza para comprobar que Zayn no andaba por ahí, y salí
disparada hacia a mi habitación, cerrando la puerta tras de mi.
Suspiré aliviada. Me senté en la cama a sacar mi pijama de mi
mini-maleta, cuando me di cuenta de que no me había traído pijama.
¡CLIN CLIN CLINNNN PREMIO!
Me maldije a mi
misma. Tendría que pedirle a Zayn que me dejara algo para dormir.
Apreté más la toalla contra mi cuerpo y salí de mi habitación.
-¿Zayn?.- dije,
solo con la cabeza asomada. Al ver que nadie me respondía, fui
saliendo poco a poco.
-¿Zayn?.
Seguía sin
contestarme. Me negaba a pasearme por el apartamento solo vestida con
una toalla, no pensaba ir a buscarlo.
-¿Zayn, donde
estás?.- elevé mi tono de voz.
-Aquí.- respondió,
por fin, a mi espalda.
Me giré con toda
la dignidad con la que una puede girarse estando vestida con una
toalla blanca e hice frente a Zayn. Había salido aparentemente de
la cocina. Supuse que estaría haciendo la cena.
Menos mal, me muero de hambre.
Zayn me miró de
arriba a abajo sin disimular lo mas mínimo. Luego volvió a posar la
mirada en mis ojos, con una sonrisa burlona adornando su cara.
-Que guapa.- sus
cejas se elevaron en admiración.
Mi cara enrojeció
un poco. Deseé que no se notase.
-No me he traído
pijama.- le miré a través de mis pestañas y parpadeé un par de
veces.
-Tranquila, te doy
permiso para ir desnuda. Ningún problema.
¿Es este el mismo chico que había
estado a punto de besarme hacía apenas media hora?
Al parecer, el Zayn juguetón había vuelto.
-Muy gracioso.- abandoné mi apariencia de niña buena.- Confiaba en
que me podrías dejar algo.
Zayn me volvió a repasar con la mirada, al tiempo que hacía
comentarios susurrados que no llegaba a comprender.
-Ven.- se dio la vuelta y entró en su habitación.
La habitación de
Zayn era la única parte de la casa que no había visto. Era bastante
simple, ni grande ni pequeña, con los muebles justos. Una cama de
matrimonio ocupaba gran parte de la pared izquierda, y lo que quedaba
de esta lo cubría un armario de madera. En frente de la cama había
un escritorio con un portátil encima y varios libros apilados.
Nunca me había planteado que Zayn
estudiara.
Dos estanterías
repletas de libros y CD's adornaban las paredes de encima del
escritorio y la cama. En la pared de enfrente a la puerta un gran
ventanal que ocupaba toda la pared dejaba ver las luces de la ciudad,
y delante de este había un sillón de ruedas.
Zayn abrió el
armario y empezó a rebuscar entre los cajones.
-Ten, igual esto te
sirve.
Cogí algo dudosa
el pantalón de chándal que me tendía y la camiseta blanca.
-Gracias.- sin más
miramientos salí disparada a mi habitación.
Me puse la ropa que
Zayn me había dejado. La camiseta me iba bastante grande, por los
muslos, y el pantalón se me caía un poco, pero si anudaba bien la
goma aguantaba.
Me sequé el pelo
con la toalla, pero como no tenía secador ni nada por el estilo tuve
que dejarlo mojado.
Seguro que por la mañana parezco
Mufasa.
Salí de la
habitación y me dirigí a la cocina. Estaba muerta de hambre.
Al entrar en la
cocina, me topé de frente con una imagen de Zayn de espaldas
cocinando algo a la sartén. Olía de maravilla.
Sigilosamente me
acerqué por detrás y me coloqué a una distancia prudente.
-¿Qué hay de
cena?.- Zayn pegó un pequeño bote y se giró para mirarme.
-Joder, que susto.
-Oh, que penita,
¿no te gustan los sustitos?. Bueno, igual así entiendes porqué no
me gusta que me los des a mí. Pero debo admitir que tenías razón,
es bastante divertido asustar a la gente. La cara que se te ha
quedado era de película.
-Solo es gracioso
cuando los sustos los doy yo.
-No estoy de
acuerdo.
Al final, tuvimos
una cena tranquila. Agradable, divertida... Parecíamos dos amigos
normales y corrientes. Zayn daba signos de haber olvidado lo de la
cocina, así que yo tampoco lo mencioné. Estaba todo bien como
estaba. Al acabar de cenar, Zayn me preguntó si quería ver una peli
en el sofá, y como no tenía ni pizca de sueño le dije que si.
-Quiero ver Saw.-
insistía Zayn.
-Si pones Saw, me
voy a dormir.- le dije muy seria.
-¿Tanto miedo te
da?
-¿Miedo? ¡Asco!
¿Tu has visto esas películas? Son como documentales sobre anatomía
humana mezclados con los vídeos del primer día de trabajo de un
aprendiz de carnicero.
-No seas exagerada.
Molan mucho.
-No voy a ver eso.-
dije rotunda.
Zayn resopló y se
rindió. No alcancé a ver que película ponía, pero me aseguró que
no era de miedo. Corrí al sofá y me tumbé, ocupándolo por
completo. En la pantalla de la tele apareció el título de una
película aburrida de la que no me acuerdo en absoluto. Zayn dio
media vuelta y se encaminó hacia el sofá. Cuando estuvo a mi lado,
levantó mis piernas y se sentó en el hueco que estas habían
ocupado, y luego volvió a poner mis piernas sobre su regazo.
Zayn nos tapó a
ambos con una manta y nos pusimos a ver la película.
Nada más empezar a
verla, me dormí como un tronco. A nosequé hora de la madrugada,
Zayn me despertó zarandeándome los hombros y llamándome.
-Helena, la
película ya se ha acabado.
Pero como estaba
medio grogui, no me enteré de nada de lo que me dijo. Volví a
cerrar los ojos y me recosté contra el sofá. Oí como Zayn soltaba
una risita, y después noté como me sujetaba con sus brazos, casi
sin inmutarse, y me llevó a mi habitación. Con una mano abrió la
cama y me metió dentro, luego me cubrió con las sábanas.
-Que descanses,
Helenita.- dijo en un susurro. Sus manos acariciaron mi pelo, y me
puso un mechón detrás de la oreja. Con su mano descansando en mi
cabello, me plantó un beso en la frente. Lentamente, se incorporó y
salió de la habitación.
Casi al instante,
me volví a dormir de nuevo, con la sensación de que solo había
sido un sueño. Un dulce sueño.
Excusa bla bla bla otra excusa bla bla.
Chicas fantasmas (o chicos, quien sabe) que no me comentan en los capítulos: Sé que estáis ahí, no os escondáis, yo os amo. Por eso os he puesto un botoncito a la derecha especialmente para vosotras, para que os manifestéis y me deis amor.