Lectores :)

domingo, 10 de febrero de 2013

CAPÍTULO 13

Narra Helena.

Cerré la puerta de un portazo. Me dolía la garganta de tanto gritar, y no podía estar mas furiosa. Miré el interior de mi habitación con despecho y furia. Avancé 5 metros y le di una patada a un cojín que había en el suelo, con tanta fuerza que atravesó mi habitación y fue a parar a la única foto que tenía con mi hermano. El marco cayó al suelo con un fuerte estruendo y el cristal se rompió, pero no me importó. Me acerqué y lo recogí entre mis manos. En la foto salíamos Peter y yo en una playa con el agua cristalina, de arena blanca y un acantilado a nuestras espaldas. Yo tenía como unos 6 años en esa foto, por lo tanto Peter debería tener 8. Salíamos los dos en la orilla, cubiertos de barro y abrazados por el costado. Me acuerdo perfectamente de ese día.

FLASHBACK.

Era la primera vez que salía de España, y estaba aterrada por el hecho de tener que montar en ese enorme armatoste de 50000 toneladas al que llamaban avión durante 6 horas. ¡6 horas en ese cacharro!
¿Y si se para en medio del mar? ¿Y si se abre la puerta y el viento me arrastra por ella? ¿Y si el piloto se confunde de camino como papa y terminamos en una isla desierta con tigres hambrientos? 
En mitad de esos pensamientos, mi madre me agarró de la mano y tiró de mi hacia ese avión.
Me dejaron sentarme en la ventanilla, como si eso fuera a calmar mis nervios, aunque lo único que hacía era aumentarlos notablemente.
-Pasajeros, abróchense los cinturones. Despegaremos en breves momentos.- dijo la irritable voz de una chica de unos 23 años.
Me retorcí en mi asiento. Mis pequeñas manos estaban apretadas con fuerza a los reposa-brazos de los laterales de mi asiento. Cerré los ojos tanto como puede, repitiéndome una y otra vez en la cabeza "No pasa nada, no pasa nada, no pasa nada, no pasa nada..."
Sentí como una maño cálida se apoyaba sobre la mía, haciendo que esta se relajara casi al instante. Abrí los ojos de golpe, y comprobé que el que me estaba agarrando de la mano era mi hermano Peter. Me sonrió, como si el supiera que tenia miedo, y sus grandes ojos verdes me transmitieron mucha tranquilidad. Le devolví la sonrisa, aunque me pareció que la mía era insignificante en comparación con la suya. Me apretó mas fuerte cuando notó que nos movíamos.
-No pasa nada Hel. Ya verás, antes de que te des cuenta, estaremos en la playa tomándonos un helado y haciendo castillos de arena.- me dijo mi hermano mientras comprobaba que tenía el cinturón bien puesto.

*Seis horas después*

Me desperté al sentir a alguien zarandeándome por el hombro. Abrí los ojos todo lo rápido que pude, y comprobé que era mi padre.
-Helena venga, que ya hemos llegado.- dijo mientras me ponía los zapatos. Bostecé descaradamente, estirando todo lo que pude mis brazos y mis piernas entumecidas. ¿Ya habíamos llegado? ¿Y había dormido durante todo el camino? ¿Yo? Me parecía imposible.
Me di cuenta de que Peter dormía plácidamente sobre mi hombro. Miré a mi padre con una sonrisa pícara, y el me asintió con la misma. Me di la vuelta lentamente para no despertarlo, hasta que tuve un buen acceso a su oreja.
-¡¡¡¡DESPIERTAAAAAAAA!!!!- grité todo lo fuerte que pude sobre su oído.
Peter dio un bote sobre su asiento y miró hacia todos los lados con cara despistada. Sus ojos se posaron sobre mi, y yo enseguida me puse a correr tan rápido como mis pequeñas piernas me permitían.
-¡Te vas a enterar, enana!- oí que decía Peter a mis espaldas, por lo que solté una carcajada y aumenté el rimo de mi carrera. Miré hacia atrás y comprobé que mi hermano me seguía de cerca.
Si consigo llegar hasta mamá estaré a salvo. Pensé cuando me di cuenta de que la susodicha nos esperaba a unos pocos metros. En cuanto llegué a ella, me escondí detrás suya, y Peter no tuvo mas remedio que parar. El me sacó la lengua y yo le imité. Empezó a poner caras raras y a poner los ojos bizcos, y yo me reía a carcajadas. El se intentó acercar a mi, pero yo di una vuelta alrededor de mi madre, haciendo que quedáramos a la misma distancia de antes. Me volví a reír y Peter sonrió ampliamente.

*Un día después*

Íbamos camino de la playa. Mis padres iban delante de nosotros y yo iba cogida de la mano de Peter para, según mis padres, no perderme. Yo sabía que Peter no iba a hacer que no me perdiera, es mas, era más probable que nos perdiéramos si era el el que nos guiaba, pero no me importaba. Cuando estaba con Peter me sentía protegida.
Al llegar a la playa, mis padres extendieron las toallas y clavaron una sombrilla en la arena, que nos dijeron que nunca deberíamos perder de vista para no perdernos entre la multitud de la abarrotada playa. Mi madre me cubrió por sexta vez con una capa de crema de protección +50, y acto seguido me senté en la arena ha hacer castillos.
-¡Eh, Helenita! ¿Te vienes conmigo a el agua?- me preguntó Peter tendiéndome la mano.
Me puse de pie y me sacudí la arena de mis muslos.
-Mama y papa dicen que no vaya sin ellos.- dije mirando ligeramente hacia arriba para encontrarme con los ojos de mi hermano.
-Pero vas conmigo.
-¿Y si nos pasa algo?- dije poniendo los brazos en jarra.
-No pasa nada, ¡YO TE PROTEGERÉ!- dijo mientras hacía poses de superheroe.
Giré la cabeza hacia atrás para mirar a mis padres, y luego la volví de nuevo hacia mi hermano. Tomé su mano y nos alejamos andando tranquilamente por la arena hasta la orilla. Me paré en seco justo antes de que mis pies entraran en contacto con el agua salada del mar. Tenía miedo. Era la primera vez que veía tanta agua junta, y no paraba de pensar en las horribles criaturas que se escondían en ellas. Tal vez Úrsula, la bruja mala que engañó a La Sirenita, estaba ahí dentro esperando a que yo pusiera un pié para capturarme y llevarme a las profundidades del mar para transformarme en sirena, y que no pueda volver nunca mas a casa, a ver a Alice o Sophie, a mis padres, o incluso a Peter. Un escalofrío me recorrió el cuerpo de arriba a abajo haciendo que me estremeciera. Miré a mi hermano en busca de una mirada tranquilizadora. Peter me agarró de los hombros y se agachó un poco para quedar a mi altura.
-No quiero que Úrsula me transforme en sirena, Peter.- dije al borde del llanto.
-Úrsula no te va a transformar en sirena.- me dijo con los ojos fijos en los míos.
-¿Y como lo sabes?
-Porque a esta playa le han espolvoreado polvos mágicos para alejar a los monstruos.
-¿En serio?.- dije ya más tranquila y emocionada por las palabras de mi hermano.
-¡Claro! ¿Por que crees si no que la arena es tan blanca y fina? ¡Porque está echa de polvos mágicos!-dijo mi hermano a la vez que se agachó para coger un puñado de arena mágica.
-Entonces... ¿con esta arena Úrsula no puede venir a por mi?- le pregunté mientras cogía otro puñado, esta vez de arena mojada. Peter me asintió, y sin pensármelo dos veces, me senté en la arena mojada de la orilla y me empecé a cubrir de ella. A los pocos segundos Peter me acompañó en mi tarea de protegerme de los monstruos marinos. Al final, lo que empezó siendo un método de protección, acabó siendo una pelea de barro. Acabamos los dos de tierra hasta las cejas, pero no me importó. Así me sentía protegida, gracias a Peter.

FIN DEL FLASHBACK.

Un par de lágrimas traviesas atravesaron mi mejilla hasta acabar en los pedazos de cristal de la foto que sostenía entre mis manos. Me las limpié rápidamente, pero no me sirvió de nada, ya que después las sucedieron otras tantas. Abrí mis manos y la foto cayó al suelo de nuevo, y los pedazos de cristal quedaron esparcidos por el suelo. Me senté sin mucho cuidado cerca de en marco roto, y me clavé unos cuantos cristales en las piernas, manos y tenía una pequeña herida en el antebrazo. Eran cristales pequeños, así que no le di mucha importancia, solo los arranqué de mi piel y los volví a dejar en el suelo. No tenía muy claro porqué lloraba. Si por la nostalgia y recuerdos que me habían traído esa estúpida fotografía con mi hermano, por las múltiples heridas de mi cuerpo, o porque Alice me había decepcionado. Si, decepcionado.
Yo ya sabía desde hace mucho que le gustaba mi hermano, pero este no era para nada el novio que quería para una de mis mejores amigas. Alice podría aparentar ser una chica dura, a la que todo le resbala, pero para nada es así. Es como un pequeño animalito herido al que tienes que cuidar y darle todo tu amor. Y tenía muy claro que mi hermano no iba a hacerlo. Porque, con toda la sinceridad de mi corazón, era un cabronazo. Para que me entendáis, típico chico guapete que se hace el malote y al que todas las chicas le van detrás.  Se las tira a todas y no quiere volver a saber de ellas. Había vivido en mi propia piel lo que era ser una mas de una larguísima lista de tías, y no quería que le pasase lo mismo a Alice. Aunque pensaba que tenía algo más de sentido común, no hay que tener un Nobel para saber que mi hermano de una forma o de otra, acabará haciéndote daño.
El chico con el que saliese debería de ser cariñoso, atento, romántico, sincero, divertido, extrovertido y guapo. Eso era lo que Alice se merecía, al chico perfecto, pero en vez de eso, tenía a mi hermano. Bueno, tener....
Me sequé las lágrimas y me prometí que no derramaría ni una mas por este tema. Me levanté y me encerré en el baño. Me lavé la cara y me quité todo el maquillaje que se extendía por mis mejillas. Me hice una coleta alta y volví a salir. Abrí el armario y metí ropa al azar en una pequeña mochila. Salí de la habitación y bajé las escaleras. Al llegar al salón me encontré a Peter y Alice tirados en el sofá. Alice llevaba puesta la camiseta de mi hermano, y este la acercaba a el por el hombro, mientras veían la televisión. Me entraron los instintos asesinos y  bueno, muchas arcadas, pero me contuve. Sin que ellos se percataran de mi presencia, ande sin hacer ruido a la cocina, donde estaba Sophie. Ella si que me oyó, y se giró para comprobar quién había entrado en la cocina. Sonrió durante un momento al comprobar que había salido de mi habitación, pero su sonrisa en seguida desapareció al observar la mochila que llevaba colgada de uno de los lados de mi hombro.
-¿Donde vas?- me preguntó con la voz rota. No Sophie, por favor, no llores que iré detrás.
-Me voy unos cuantos días.- dije mirándola a los ojos, intentando tranquilizarla.
-No... no te vayas por esto Helena, por favor.- una lágrima resbaló por su mejilla. Era desgarrador ver llorar a Sophie. Era una personita pequeña y dulce, y verla llorar conmovía a cualquiera.
Me acerqué con lágrimas en los ojos, la rodeé con mis brazos y la apreté fuerte contra mi pecho.
-Lo siento So, pero no puedo quedarme a ver como mi hermano se pasea en pelotas por mi casa, sabiendo que viene de la habitación de Alice.- le froté la espalda con la mano.- Es asqueroso.
Sophie soltó una risilla, lo que me tranquilizó un poco. La aparté suavemente de mi y sequé sus lágrimas con mis pulgares.
-Por que lloras, tonta...- le dije cariñosa.
-Bff... no tengo ni idea. Una mezcla de todo. ¿Sabes? Ver a tus mejores amigas gritándose a pleno pulmón no es agradable. Y luego me dejas aquí sola.- dijo mientras se quitaba el maquillaje corrido con un pañuelo que yo te había dado.
-No te dejo sola.- dije mientras rodaba los ojos y inclinaba mi cabeza hacia donde se encontraban Peter y Alice dándose "mimitos"
-Vamos... como si me dejaras sola.- dijo riendo.
La volví a abrazar y le dije al oído.
-No te preocupes, volveré dentro de unos días, te lo prometo.- acto seguido le di un beso en la mejilla y salí de la cocina. Volví a entrar en el salón, y comprobé que Alice me estaba mirando por encima del hombro de Peter con cara larga. Le devolví la mirada y me despedí de ella con la mano y una mirada que decía "suerte". Esperé que la supiera interpretar. Salí de casa y bajé por las escaleras prácticamente corriendo. Ya había llamado a la tienda para decir que estaba enferma y que no podría ir a trabajar hoy, y le había mandado un mensaje a Alan con la misma escusa.
Ya eran las 18:30 y el cielo estaba negro debido a la tormenta que iba a caer en breves. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Lo había estado planeando mientras hacía mi mini maleta. Me alejé un poco de mi bloque de apartamentos, hasta llegar a una fuente seca. Saqué mi móvil del bolsillo y busqué su número en la agenda. Pasé mi dedo lentamente, sin llegar a pulsarlo, por el botón de llamar. Al final me decidí. Me pegué el móvil a la oreja y esperé a que me contestara.
-¿Si?- dijo con voz ronca al otro lado del teléfono.
-Zayn, soy Helena. Necesito que me hagas un favor. Un favor muy gordo.

HOLAAAAAAAAAAASSS!! Caca de foca y de vaca de capítulo, lo sé. Sorry :( Aún así, espero que os guste. Bueno, nada mas. (Hoy os librais del parrafón) Besosss! OSKM.