Lectores :)

sábado, 14 de julio de 2012

CAPÍTULO 2 ^^

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Me miraron confusas, así que continué hablando.
-Lo que quería deciros es... ya que hemos aprobado todas con buena nota, si queríais venir conmigo a Londres... a vivir.
Abrieron los ojos y la boca, se miraron la una a la otra y volvieron a dirigir la mirada a mi.
-Tías, no me miréis así, que me dais miedo.- dije tapándome los ojos con las manos.
-¡Es que es muy fuerte!- Dijo Sophie aún con cara de sorpresa.
-Se que no es una decisión fácil y que no se puede tomar a la ligera, pero si os lo pensarais...
-No,- me interrumpió Alice.- si lo fuerte es que dudes de que no queramos a ir a vivir a Londres contigo ¡COMO NO VAMOS A QUERER!
-¿¡ENTONCES SI!?- dije emocionada.
-¡CLARO!- dijeron las dos a la vez.
Me levanté corriendo y les dí un abrazo.
-Pero... ¿Y la universidad?- dijo Alice.
-Por eso no os preocupéis, estoy matriculada para cuando empiecen las clases en una en Londres, y tengo enchufe. Mi tío hizo una donación importante, y puedo hacer que os admitan sin problemas.
Me volvieron a abrazar, solo faltaba hablarlo con nuestros padres. Los míos estaba claro que me dejaban, y los de Alice y Sophie eran bastante indulgentes.
Antes de comentárselo, esperamos a que pasaran un par de días, no quería agobiar a mi madre después de la muerte del tito.
-¿Seguro que te las apañarás bien sola?- repetía mi madre.
-Mama, Alice y Sophie vivirán conmigo. Todo nos ira bien.
-Pero nosotros no podremos pagaros todo.
-Tenemos la tienda del tito.
-¿Y la universidad? ¿Tendrás tiempo para estudiar?
-Que si, te prometo que será mi mayor prioridad.
-¿No eres muy joven para irte tan lejos?- dijo esta vez mi padre.
-Tengo 18 años, Peter se mudó a Londres con mi edad.
-No se, no estoy del todo convencida.- dijo mi madre levantándose del sofá.
-¿Por qué?- dije triste.
-No me convence que te vayas tan lejos.
-Te llamaré casi todos los días. Venga mama, sabes que me portaré bien, ya llevo casi un año viviendo por mi cuenta, no hay tanta diferencia a que viva en Londres.
-Bueno... Pero como me entere que has roto aunque sea un plato, te vienes derechita a casa.
-¡¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS MAMA!!- decía mientras le besaba en la mejilla. Luego besé a mi padre y me fui a casa a decírselo a las chicas.
Cuando llegue las llamé, y en menos de 3 minutos estaban en mi casa.
-Después de mucho insistir, me han dicho que si.- dijo Alice alegre.
-¡Y a mi!- le respondí.
-Los míos dicen que se lo van a pensar, pero creo que me dejaran.- dijo Sophie. Las tres nos abrazamos.
Estábamos charlando sobre las cosas que nos íbamos a llevar a nuestro nuevo hogar, cuando llamaron a la puerta.
-¡YA VOY!- respondí mientras me levantaba del sofá. Era Peter.
-¡¿Qué es eso de que te mudas a Londres?!- me dijo enfadado.
-¿Qué?- dije confusa.
-Mira niñata, como me cortes el rollo...
-¿Perdona?- le interrumpí.-¿Qué te piensas? ¿Qué voy a estar todo el día detrás de ti y de tus amiguitos?
-Eso es lo que hacías cuando vivía en España.
-Si, en esos tiempos en los que tu vida me parecía interesante ¿no?
-Venga, no disimules.
-Uh si Peter, no tengo otra cosa que hacer que ir chupándote el culo.- dije con ironía.
-Ya ves, así de emocionante es tu vida que quieres vivir la de tu hermano.
-Bájate de la nube, no sea que te vayas a caer.
-Y además, voy a tener que estar todo el día pendiente de tres crías...
-¿Cómo?
-Mama me ha dicho que te vigile.
-¡Pues dile a mama que no necesito que nadie me vigile, y menos un idiota como tu!- no le deje responder, le cerré la puerta en las narices. Me giré y vi a Alice y Sophie mirando la escena.
-Me encanta como acabas las peleas.- dijo Alice.
-¿Qué?
-Es que dices una frase de estas que te dejan a dos velas y te vas, bueno... en este caso cierras la puerta.- Me empecé a reír y volví al salón.
Las siguientes conversaciones giraron en torno a la pelea y a lo gilipollas que había sido Peter. No quería hablar de el, y menos de la pelea que acabábamos de tener, porque aunque fuera un gilipollas sin cerebro ni personalidad era mi hermano y, en el fondo, me dolía no estar mas unida a el. Durante unos segundos nos quedamos en silencio.
-No puedo entender como te puede gustar mi hermano.- solté de repente. Las dos se sorprendieron, sabían que ese tema en mi presencia era tabú, menos cuando a Alice se le escapaba un piropo por lo bajini. Alice no tardó nada en buscar mil razones por las que le gustaba, y yo menos en buscar otras dos mil por las que le odiaba.
-Pero tienes que admitir que esta bueno.- dijo tajante.
-Lo admitiría si fuera verdad.- si era verdad, pero nunca lo diría en alto.
Me tiró un cojín a la cara.

(Dos meses después)

Acabé de empaquetar mis cosas en la última caja, mi cuarto quedó vacío. Peter vino y cogió otra caja para meterla en el camión de la mudanza. Esa misma mañana salía nuestro avión. Por desgracia para mi, Peter vendría con nosotras. Todavía estábamos enfadados, pero por órdenes de mi madre tenía que ayudarme con la mudanza. Cuando mi habitación quedó libre de trastos, empecé a hacer la maleta, bueno, mas bien las maletas. Decidí ponerme esto Clikc aqui y me recogí el pelo en una coleta alta. Salí al jardín, donde Peter me esperaba para montarme en su coche. -Tenemos que recoger a la chicas.- le dije mientras me montaba. -Vale, pero no se donde viven, me vas indicando. Llegamos a la casa de Alice, metimos sus cosas en el camión, y fuimos a por Sophie, con la que repetimos ese mismo proceso. En el aeropuerto nos esperaba la peor parte del viaje, las despedidas.
-Prometeme que te vas a portar bien.- decía mi madre medio llorando.- Y no dudes en llamarnos si surge alguna emergencia, a nosotros o a Peter. Puse los ojos en blanco y asentí de mala gana. Mi padre se acercó a mi y me dio un fuerte abrazo.
-Pasatelo muy bien mi amor.
-Te lo prometo papa.- dije sonriente.
-Si te llevas al novio a casa, no olvides..
-¡Papa!- le corté.
-Vale, vale... me callo.
Le abracé por ultima vez, y me alejé con las maletas. Alice y Sophie me alcanzaron en seguida y nos despedimos de todos con la mano.
Dejamos las maletas, nos montamos en el avión, me puse los cascos y me quedé dormida durante todo el viaje. Al llegar Peter nos llevó a casa, seguido del camión de la mudanza. Ninguna de las tres tenia ni la mas mínima idea de donde estaba la casa. Peter paró en frente de un edificio bastante grande, de unas 8 planta. Al subir nos dio las llaves. Nuestro piso era el 5º C.
-El botones os ayudara con las cajas, si necesitáis algo tenéis mi numero de casa en la pizarra de la nevera, y al lado el del móvil.- se fue.
Al entrar alucinamos, el piso tenía dos plantas. En la planta de abajo en salón ocupaba la mayor parte de la planta, excepto por un pequeño baño, la cocina y el cuarto de la lavadora. Al subir las escaleras te encontrabas con un pasillo bastante largo y ancho. A los dos lados del pasillo había habitaciones, en total 5, cada una con su respectivo baño, y al final un pequeño saloncito que debía ser la biblioteca. La primera habitación a la izquierda era la de Alice, era muy grande y estaba toda decorada con unos muebles oscuros, pero con las paredes claras. Había una gran cama en el centro de la habitación, y unas cuantas ventanas a los lados. La de Sophie era la segunda a la derecha, era mas o menos como la de Alice, pero con distinta orientación de los muebles y otros colores. La mía era la última a la derecha, era preciosa, muy luminosa, con un ventanal que ocupaba toda una pared, un escritorio en madera de cerezo y una cama en la que cabíamos Alice, Sophie y yo, y aún sobraba algo de sitio. Al lado de la cama había una gran televisión, que se podía orientar hacia un sofá al otro lado. Los baños eran todos iguales. Una ducha con hidromasaje, el retrete y un espejo encima del lavabo.
Las chicas empezaron a sacar sus cosas del camión, ayudadas por el botones del edificio. Yo decidí hacer la comida, ya que estábamos algo hambrientas de nuestro largo viaje. Cuando terminamos de comer, las chicas se fueron a ver la gran televisión en el gran sofá de nuestra gran casa, y yo fui a sacar mis cosas del camión. Como iba a tardar un rato, ya que era la que mas cosas había traído, y las que estaban mas al fondo, me puse mis cascos y empecé a escuchar música. Sin darme cuenta, cuando sonó mi canción favorita, la bailé como si estuviera sola en la calle.


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